Prueba de Esfuerzo CardioPulmonar. ¿Nos quedamos en los umbrales?

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Juan Quiles

Cardiólogo clínico en Hospital General Universitario Dr. Balmis Alicante y coordinador del programa de rehabilitación cardiaca en insuficiencia cardíaca

El ejercicio físico requiere de un aumento de la demanda muscular energética, para lo cuál necesita un aumento de los sustratos metabólicos necesarios para producir energía y de oxígeno para poder utilizarlos. Para eso, el sistema cardiovascular pone en marcha una serie de mecanismos como el incremento en la frecuencia cardiaca y presión arterial, una reducción de las resistencias vasculares y un aumento del retorno venoso, con lo que aumenta el gasto cardiaco de forma proporcional al incremento del esfuerzo. A su vez se incrementa también la ventilación, tanto por aumento del volumen como la frecuencia respiratoria.
En una prueba de esfuerzo convencional únicamente se pueden monitorizar las respuestas cardiovasculares de frecuencia cardiaca y presión arterial, además de la monitorización contínua del electrocardiograma. En una prueba de esfuerzo cardiopulmonar, además se va a registrar en tiempo real la respiración y se mide la cantidad de O2 y CO2 en tiempo real, con lo que la cantidad de información disponible hace que sea la prueba recomendada no solo en deportistas sino también en la evaluación de pacientes con patologías cardiacas o pulmonares que van a iniciar un programa de ejercicio.

 

Umbrales ventilatorios.

 
 

La ergoespirometría tradicionalmente se ha utilizado en la planificación de la práctica deportiva para la obtención de los umbrales ventilatorios. Si se realizan mediciones de lactato durante la prueba, también se podrán obtener umbrales de lactato, aunque los protocolos son diferentes.
Brevemente, los umbrales ventilatorios lo que detectan son cambios fisiológicos que ocurren en el organismo en respuesta a la intensidad del esfuerzo y los requerimientos energéticos de los músculos. Con bajas cargas de esfuerzo, las mitocondrias utilizan preferentemente las grasas como sustrato energético mediante el catabolismo aeróbico (precisa de oxígeno), junto con el metabolismo también aeróbico de la glucosa. Conforme aumenta la intensidad del ejercicio y las necesidades energéticas, los hidratos de carbono pasan a ser el sustrato preferente y hay un cambio desde el metabolismo aeróbico al anaeróbico. El primer umbral respiratorio aparece en ésta primera zona de transición entre los metabolismos aeróbico y anaeróbico y se detecta gracias a las adaptaciones ventilatorias que aparecen. El segundo umbral aparece cuando ya no es posible mantener el metabolismo aeróbico y toda la energía se consigue con el metabolismo anaeróbico, lo que origina una mayor producción de CO2, de lactato y una disminución progresiva del pH sanguíneo.
Sabiendo estos dos umbrales, se pueden definir las zonas de entrenamiento, pero si únicamente nos quedamos en eso, estamos perdiendo mucha información relevante.

 

Más allá de los umbrales ventilatorios.

 
 
  • Registro electrocardiográfico: Una de las cosas más importantes a valorar durante una prueba de esfuerzo es el ECG, donde además de registrar la respuesta de la frecuencia cardiaca, se pueden detectar arritmias provocadas por el esfuerzo o alteraciones sugestivas de isquemia miocárdica. Es por ello muy importante que la persona encargada de dirigir la prueba tenga conocimientos sobre la interpretación del electrocardiograma.
 
  • Respuesta de la presión arterial: en general, la presión arterial sistólica aumenta con el ejercicio, manteniéndose la diastólica estable o con un incremento menor. Una respuesta hipertensiva o bien la ausencia del incremento normal de la presión arterial podría traducir algún problema.
 
  • Respuesta de FC. Lo normal es un incremento progresivo de la FC hasta el pico de esfuerzo y un retorno a valores basales en la recuperación. En el primer minuto de recuperación, lo normal es que la FC baje al menos 12 lpm respecto al máximo alcanzado.
 
  • Valoración de la capacidad funcional: el valor de VO2 se relaciona con la capacidad funcional. Normalmente se debe alcanzar un valor pico superior al 85% teórico por edad y sexo. Valores muy bajos, incrementos menores de los esperados o un retraso en la recuperación del VO2 nos pueden poner sobre la pista de que algo anda mal.
 
  • Pulso de oxígeno: Entre las gráficas que ofrece la prueba, el pulso de oxígeno es muy importante saber interpretarlo, dado que éste parámetro guarda relación directa con el volumen sistólico cardiaco. Lo normal es que aumente con el ejercicio. La aparición de una meseta antes o poco después del VT1 tiene significado patológico (peor si desciende).
 
  • Valoración pulmonar: tanto la espirometría que hay que hacer antes de empezar la prueba como las variables que se obtienen sobre la capacidad pulmonar durante el ejercicio son muy importantes para detectar posibles problemas respiratorios que supongan una limitación para la realización de esfuerzos. La ventilación pulmonar es el producto del volumen por la frecuencia respiratoria. Al inicio del esfuerzo, se incrementa por un aumento del volumen, al reclutar más unidades pulmonares que no están activas en reposo. Conforme aumenta la intensidad del esfuerzo el incremento de la ventilación depende del aumento de la frecuencia respiratoria. Alteraciones en la espirometría o en la dinámica de la ventilación durante el ejercicio pueden deberse a patología pulmonar. Otros marcadores de eficiencia ventilatoria como puede ser la pendiente entre VE/VCO2 también tienen una gran importancia por su valor pronóstico cuando se encuentra alterado.
 
 

 

En resumen, la prueba de esfuerzo cardiorrespiratoria o ergoespirometría es una prueba de gran utilidad y que va más allá de su ámbito deportivo como guía para detectar umbrales y programar entrenamientos. La información que podemos obtener puede desenmascarar problemas cardíacos o pulmonares y de ahí la importancia de que la persona que supervise la prueba tenga amplios conocimientos en la interpretación, no solo del ECG sino también de todos los datos obtenidos mediante el análisis de los gases espirados.

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